RUIDO ¿QUÉ ME HAS HECHO?
Teresa Carreón
Malestar, estrés, trastornos de sueño, pérdida de atención, dificultad en la comunicación, pérdida gradual de la capacidad auditiva, son sólo algunos síntomas que vemos aparecer, de manera silenciosa paradójicamente, por el extenuante ruido al que estamos sometidos hoy día los habitantes de cualquier ciudad, por más grande o chica que ésta sea.
En un mundo en el que se dedican diferentes fechas para recordar los principales temas del hombre, como el día de la tierra celebrado el pasado miércoles 22 de abril, el próximo 29 de abril se dedicará al “14º. Día Internacional de la Lucha Contra el Ruido” y considero que no tiene una importancia menor frente a otras conmemoraciones.
Los ciudadanos y ciudadanas de hoy, viven inmersos en un mundo lleno de ruidos, aparentemente inseparables de la vida cotidiana. Se estima que el ruido ambiental, como efecto de las actividades humanas, se ha duplicado en todos los países en los últimos años, hasta el punto que hoy los expertos consideran a la contaminación acústica como una de las más molestas y de las que mayor incidencia tiene sobre el bienestar ciudadano.
El ruido más fuerte que una persona puede soportar es de 180 decibeles, equivalente al sonido emitido en el lanzamiento de un trasbordador. El promedio recomendado para el ser humano es menor a los 68 decibeles y el sonido promedio de una ciudad en horas laborales oscila entre los 65 y 130, lo que convierte a la contaminación auditiva en una amenaza para la salud de sus habitantes.
Cuando se registran por arriba de 60 ó 70 decibeles, se empieza a tener problemas de contaminación por ruido, y se debe considerar cuánto tiempo permanece la persona sometida a ese ambiente. Cotidianamente la salud pública se ve afectada por el sonido de los vehículos, obras viales, medios de transporte y otros factores que generan en la población problemas auditivos, en cuatro de cada cinco habitantes, algunos de ellos irreversibles.
En la ciudad de México, las delegaciones Azcapotzalco, Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero y Venustiano Carranza son las más ruidosas. Alrededor del Aeropuerto “Benito Juárez” se alcanzan niveles de hasta 150 decibeles y en toda la ciudad y sus alrededores, los autobuses y camiones generan ruidos por arriba de los 120 decibeles.
Las farmacias de Don Simi, Elektra, y una gran diversidad de negocios, utilizan como medio para llamar la atención de los posibles clientes, tremendos aparatos de sonido que llenan la atmósfera de sonidos estruendosos que sumados a los claxonazos, los aviones, helicópteros, gritones de periódicos, vendedores de agua, y hasta los tamaleros envician la atmósfera con una enorme contaminación auditiva. Los helicópteros de la Secretaría de Seguridad Pública tienen sirena y la emplean ¿para abrirse paso en el tráfico aéreo?
La contaminación auditiva es un problema, cuya única solución está en cada uno de los ciudadanos. Evitar tocar el claxon y usar a niveles menores el volumen del radio son cosas sencillas que pueden ayudar a disminuir este tipo de contaminación. También evitar el consumo de los productos de los negocios ruidosos y establecer con ellos el acuerdo de limitar la adquisición de sus servicios hasta que disminuyan el ruido ambiental que producen, son soluciones viables.
La televisión y el radio suelen producir una batahola escandalosa por los anuncios que ahí se muestran. Cualquier niño pequeño parado frente al televisor saltará cada vez que se presenten los anuncios comerciales debido al aumento de volumen que tienen respecto del programa que el pequeño esté observando.
Uno de los resultados del Foro Mundial de Ecología Acústica, celebrado en México el mes pasado, fue la denuncia de los efectos negativos del ruido generado por los humanos en la ecología y la propia sociedad. Algunos científicos afirman que la gente que está sometida a niveles altos de ruido es más agresiva y menos tolerante. Con niveles altos de ruido, la tendencia natural de la gente hacia la ayuda mutua disminuye o desaparece, reapareciendo en el momento en que se suprime la presión sonora.
El ruido es, en suma, una agresión física con efectos nocivos para la salud y una intromisión en el ámbito privado de la persona a la que se le invade su libertad de escucha.
Malestar, estrés, trastornos de sueño, pérdida de atención, dificultad en la comunicación, pérdida gradual de la capacidad auditiva, son sólo algunos síntomas que vemos aparecer, de manera silenciosa paradójicamente, por el extenuante ruido al que estamos sometidos hoy día los habitantes de cualquier ciudad, por más grande o chica que ésta sea.
En un mundo en el que se dedican diferentes fechas para recordar los principales temas del hombre, como el día de la tierra celebrado el pasado miércoles 22 de abril, el próximo 29 de abril se dedicará al “14º. Día Internacional de la Lucha Contra el Ruido” y considero que no tiene una importancia menor frente a otras conmemoraciones.
Los ciudadanos y ciudadanas de hoy, viven inmersos en un mundo lleno de ruidos, aparentemente inseparables de la vida cotidiana. Se estima que el ruido ambiental, como efecto de las actividades humanas, se ha duplicado en todos los países en los últimos años, hasta el punto que hoy los expertos consideran a la contaminación acústica como una de las más molestas y de las que mayor incidencia tiene sobre el bienestar ciudadano.
El ruido más fuerte que una persona puede soportar es de 180 decibeles, equivalente al sonido emitido en el lanzamiento de un trasbordador. El promedio recomendado para el ser humano es menor a los 68 decibeles y el sonido promedio de una ciudad en horas laborales oscila entre los 65 y 130, lo que convierte a la contaminación auditiva en una amenaza para la salud de sus habitantes.
Cuando se registran por arriba de 60 ó 70 decibeles, se empieza a tener problemas de contaminación por ruido, y se debe considerar cuánto tiempo permanece la persona sometida a ese ambiente. Cotidianamente la salud pública se ve afectada por el sonido de los vehículos, obras viales, medios de transporte y otros factores que generan en la población problemas auditivos, en cuatro de cada cinco habitantes, algunos de ellos irreversibles.
En la ciudad de México, las delegaciones Azcapotzalco, Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero y Venustiano Carranza son las más ruidosas. Alrededor del Aeropuerto “Benito Juárez” se alcanzan niveles de hasta 150 decibeles y en toda la ciudad y sus alrededores, los autobuses y camiones generan ruidos por arriba de los 120 decibeles.
Las farmacias de Don Simi, Elektra, y una gran diversidad de negocios, utilizan como medio para llamar la atención de los posibles clientes, tremendos aparatos de sonido que llenan la atmósfera de sonidos estruendosos que sumados a los claxonazos, los aviones, helicópteros, gritones de periódicos, vendedores de agua, y hasta los tamaleros envician la atmósfera con una enorme contaminación auditiva. Los helicópteros de la Secretaría de Seguridad Pública tienen sirena y la emplean ¿para abrirse paso en el tráfico aéreo?
La contaminación auditiva es un problema, cuya única solución está en cada uno de los ciudadanos. Evitar tocar el claxon y usar a niveles menores el volumen del radio son cosas sencillas que pueden ayudar a disminuir este tipo de contaminación. También evitar el consumo de los productos de los negocios ruidosos y establecer con ellos el acuerdo de limitar la adquisición de sus servicios hasta que disminuyan el ruido ambiental que producen, son soluciones viables.
La televisión y el radio suelen producir una batahola escandalosa por los anuncios que ahí se muestran. Cualquier niño pequeño parado frente al televisor saltará cada vez que se presenten los anuncios comerciales debido al aumento de volumen que tienen respecto del programa que el pequeño esté observando.
Uno de los resultados del Foro Mundial de Ecología Acústica, celebrado en México el mes pasado, fue la denuncia de los efectos negativos del ruido generado por los humanos en la ecología y la propia sociedad. Algunos científicos afirman que la gente que está sometida a niveles altos de ruido es más agresiva y menos tolerante. Con niveles altos de ruido, la tendencia natural de la gente hacia la ayuda mutua disminuye o desaparece, reapareciendo en el momento en que se suprime la presión sonora.
El ruido es, en suma, una agresión física con efectos nocivos para la salud y una intromisión en el ámbito privado de la persona a la que se le invade su libertad de escucha.
Mejor yo me voy con la música a otra parte con la canción “Ruido” de mi favorito Joaquín Sabina: Ruido de cristales,/ruido de gemidos,/ruidos animales,/contagioso ruido./Ruido mentiroso,/ruido entrometido,/ruido escandaloso,/silencioso ruido./Ruido acomplejado,/ruido introvertido,/ruido del pasado,/descastado ruido./Ruidos de conjuros,/ruido mal nacido,/ruido tan oscuro,/puro y duro ruido./Ruido qué me has hecho,/ruido yo no he sido,/ruido insatisfecho,/ruido a qué has venido./Ruido como sables,/ruido enloquecido,/ruido intolerable,/ruido incomprendido./Ruido de frenazos,/ruido sin sentido,/ruido de arañazos,/ruido, ruido, ruido.
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