ERES LO QUE COMES
Teresa Carreón
El problema de obesidad infantil coloca a México en el segundo lugar a nivel mundial de infantes con obesidad, según la Encuesta Nacional de Coberturas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) 2008. Esto debiera ser una voz de alarma no sólo para la población afectada y el sector salud responsable de atenderla, sino también por quienes llevan a cabo la instrumentación de políticas públicas, por los problemas que puede desencadenar más allá de la acumulación excesiva de grasa en los tejidos y del daño que se está generando en la población infantil.
Varios especialistas han explicado que el problema de la obesidad tiene sus raíces en las actuales condiciones de vida que conducen a que las personas tomen soluciones que ahorran tiempo y esfuerzo –que no dinero- sin tener clara conciencia de los efectos que conllevan esas decisiones y que a la larga, ponen en riesgo su salud.
Los factores que predisponen a la obesidad son los hereditarios, pero también son determinantes los hábitos alimenticios inadecuados que el sistema educativo se hace de la vista gorda y los programas alimentarios vigentes no promueven una educación adecuada. Así, la actual cultura de la comida rápida, las frituras, los conservadores, los productos enlatados, la comida de microondas, la ausencia de horarios de comida, largos periodos de ayuno, la unión de comidas (comida y cena), el aumento en el consumo de alimentos industrializados altos en carbohidratos, el abandono de la ingesta de verduras, frutas y cereales y la ausente cultura de la alimentación adecuada que vaya más allá del plato del buen comer o la pirámide alimenticia, lo único que producen es la obesidad.
El escenario no podía ser más sombrío después de conocerse los resultados preliminares del Módulo de Acceso a la Alimentación incluido por primera vez en la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) 2008, que indica que una porción significativa de los consultados reconoció haber reducido su consumo de comida por dificultades económicas. También reveló que en 31% de los hogares se consideró que los menores de 18 años tuvieron una alimentación basada en poca variedad de productos.
Simón Barquera, investigador del Instituto Nacional de Salud Pública, advirtió que la mezcla de crisis económica y falta de educación nutricional podrían elevar a mediano plazo la incidencia de enfermedades degenerativas.
Todo ello resulta completamente paradójico cuando nuestro país es la cuna del maíz, del frijol, el aguacate, el cacao, la calabaza, el chayote, la chía, el chile, el cuitlacoche, el epazote, la guanabana, el jitomate, el maguey, el nopal, alimentos ricos en valor nutrimental, sin embargo, si uno visita cualquier ciudad del sureste de nuestro país, podrá atestiguar que en sus calles se encuentran tirados en el suelo diversos frutos de los árboles.
Hay muchísimas tareas pendientes para la generación de empleos que sirvan para que millones de mexicanos desocupados puedan obtener un salario digno y satisfactorio. En tanto, el sector salud y el educativo tendrían que estar instrumentando los mecanismos adecuados para que las familias puedan alimentarse plenamente aunque haya poco dinero.
Tómese como ejemplo el amaranto, que puede ser la planta más nutritiva del mundo. Botánicos y nutricionistas la han estudiado y han encontrado que posee gran calidad nutritiva, por tener un alto contenido de proteínas, calcio, ácido fólico y vitamina C. Se sabe además, que es ideal en anemias y desnutrición y combate la osteoporosis, ya que contiene calcio, magnesio, hierro y minerales. Además, el amaranto es una alternativa para la diversificación de los cultivos tradicionales y genera una nueva alternativa agrícola. Se hace hasta botana con este cereal.
La mayoría de los programas de televisión presentan en su barra de cocina, a experimentados chefs realizando elaborados platillos. Si se observa con detenimiento, el resultado de su trabajo son platillos con raquíticas porciones que más que al gusto atienden a la presentación, ya que parecen cuadros de exposición porque presentan algún guiso flanqueado por salsitas cuya preparación es más laboriosa que el mismo plato. Al contrario, otros chefs presentan preparaciones empleando grandes cantidades de mantequilla, aceite, pasta, azúcar, harina y demás ingredientes que los especialistas marcarían el alto a su desmedido consumo y el resultado de su esfuerzo son platillos servidos abundantemente que podrían alimentar a más de dos comensales.
Nuevamente, podemos advertir cómo la televisión y los intereses económicos ocupan un espacio más que ha abandonado el Estado.
Por eso, mejor me voy con la música a otra parte con la canción de los Beatles, ‘Savoy truffle’ (1968). Se dice que George Harrison escribió esta canción del álbum blanco de los Beatles inspirándose en la pasión por el chocolate de su amigo Eric Clapton, que lo consumía sin cesar a pesar de tener la boca destrozada por las caries. La letra está formada con frases extraídas del texto de una caja de bombones Mackintosh Good News: Después de la Trufa de Saboya /Ya sabes que eres lo que comes /Pero lo que ahora es dulce se vuelve amargo /Todos conocemos obla-di obla-da /Pero ¿puedes enseñarme dónde estás? /Crema de mandarina y turrón /Un ponche de ginebra con corazón de piña /Un postre de café, sí, son buenas noticias /Pero tendrán que arrancártelas todas /Después de la Trufa de Saboya.
Comentarios