La pobreza de recursos (el origen de esta propuesta)
29/09/2005
(Del libro: Taller de animación musical y juegos).
Un hombre pasa con un pan al hombro
¿Voy a escribir, después, sobre mi doble?
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Otro tiembla de frío, tose, escupe sangre
¿Cabrá aludir jamás al Yo profundo?Otro busca en el fango huesos, cáscaras
¿Cómo escribir después, del infinito?
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Un paria duerme con el pie a la espalda
¿Hablar, después, a nadie de Picasso?
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Alguien pasa contando con sus dedos
¿Cómo hablar del no-yo sin dar un grito?
César Vallejo, Poemas Humanos
Si alguien pudiera desarrollar una pedagogía que tomara como condiciones: muchas horas en diferentes instituciones, salones inadecuados, recursos materiales escasos y en mal estado, poco tiempo con cada grupo, grupos numerosos e inestables compuestos por niños que provienen de situaciones familiares y sociales límites, choques culturales (por migraciones y otras causas), guías programáticas inadecuadas, etc.; entonces esa persona habría encontrado una pedagogía para Latinoamérica.
Durante cinco años viajé por mi país, Argentina, dos y tres veces por mes, dando charlas y talleres. El último año hice lo mismo pero viajando, además, a: Suecia, Cuba, Venezuela y México.
Salvo en Suecia, donde los problemas son otros, siempre hallé lo mismo: docentes trabajando en condiciones muy desfavorables. La escasez de recursos materiales, el excesivo número de alumnos, se repitió, por una u otra razón, en cada encuentro. Escuelas en las que no había diccionarios, en las que no sólo faltaban libros sino hasta papel donde escribir, etc. Conocí una que era el hangar de un ex-aeroclub (suena a aventura, pero en realidad era muy incómodo dar clases ahí).
En todos los casos encontré un ambiente humano de una calidez y una riqueza maravillosa; pero trabajando en condiciones que atentaban contra una buena posibilidad de crecimiento afectivo e intelectual.
A nadie se le ocurriría fabricar el motor de un avión con cajones de manzana. Nadie buscaría pozos de petróleo reemplazando la información satelital por una foto tomada desde la azotea. Sin embargo de las escuelas y de los docentes se espera eso.
Las catástrofes humanas y sociales no ocurren por ser imprevisibles y sorpresivas sino porque de manera sistemática se dejan pasar cosas obvias. Años de negar verdades que saltan a la vista dan el fruto en el que hoy vivimos.
A lo anterior se agrega una situación muy acentuada en nuestra área de música: faltan profesores. Hay miles de horas que están libres porque no hay maestros que las cubran. Entonces, por lo general, no se hace nada de música. Pero tendría que hacerse algo, no porque sea un desafío atrapante, sino porque esa es la realidad de muchas escuelas de nuestros países.
No hablemos de “enseñar”, en la mayoría de los casos eso se hace difícil hasta para los profesores de música, se puede plantear en estos términos:
Dadas las condiciones en las que nos desempeñamos…
¿Qué se puede hacer para fomentar el gusto por la música?
¿Cómo podemos estimular la creatividad de estos niños?
¿Qué podemos hacer para enriquecer el ambiente en el que crecen?
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