NIÑOS MALTRATADOS
Teresa Carreón
Una noche sin opciones en la televisión abierta, me condujo a un ciclo de cine de animación –o anime para los japoneses – y tuve la suerte de ver “Tekkon Kinkreet”, película de Michael Arias. “Tekkon Kinkreet” narra las experiencias de dos niños huérfanos: Negro (Kuro) y Blanco (Shiro), que viven en un coche destartalado bajo un puente de la ciudad del Tesoro.
Negro es el duro, impasible y fuerte y Blanco es un soñador que cree vehementemente en el espíritu puro de las personas. Únicos integrantes de la pandilla “Los Gatos”, son inseparables a pesar de sus diferencias: Negro vive pensando obsesivamente en la seguridad de Blanco, quien a su vez, ve a Negro como su hermano mayor.
Negro, al tener que vivir en la calle desde muy pequeño cuidando a Blanco, ha curtido su carácter hasta el punto de parecer en ocasiones un desequilibrado asesino sin sentimientos. Cuando ese muchachito deja escapar toda su rabia, es Blanco quien consigue contenerlo. Ambos son como uña y carne, y además cuidan de su barrio -la ciudad del Tesoro-, espacio que constituye su hogar.
La sombría historia de estos niños se complica aún más cuando entra en escena un grupo Yakuza –mafia japonesa- con las intenciones de convertir la ciudad del Tesoro en su feudo privado. Negro se opone a que le quiten su barrio y se enfrenta a ellos ferozmente a pesar de ser un niño, lo cual, pone en peligro la seguridad de Blanco.
Sin desentrañar ante los ojos del lector la trama completa de esta impactante película, la realidad que muestra no es ajena a los acontecimientos que cotidianamente se viven en cualquier lugar de nuestro país y de Latinoamérica.
Según la Unicef y la Cepal los niños y niñas de esta región del mundo, sufren de forma cotidiana el maltrato por parte de los adultos, que consideran natural recurrir a la violencia física y psicológica para aplicar disciplina. La magistrada Rebeca Pujol Rosas ha comentado que en México 500 mil menores entre los 12 y 14 años son explotados mediante trabajos extenuantes y nuestro país ocupa el tercer lugar en maltrato a menores a nivel mundial.
A su vez, Claudia Sierra Rentería, procuradora de la Defensa del Menor y la Familia en Ciudad Juárez, declaró que al menos cinco de cada 10 casos de maltrato infantil están relacionados con los problemas económicos, debido a que los padres descuidan a los hijos por ir a buscar trabajo o llegan a golpearlos por desesperación.
Ya sea por transmisión intergeneracional o como consecuencia de la crisis económica, la calidad de vida de numerosos niños se encuentra profundamente deteriorada por los malos tratos que experimentan los pequeños ya sea por su entorno familiar o social. Y es que la naturaleza misma del derecho de los niños a una vida digna, tiene orígenes insólitos.
El giro en el sistema de protección legal e institucional de los niños maltratados, se produjo a partir del primer proceso judicial en Estados Unidos que reconoció por primera vez en 1874 el maltrato infantil. Mary Ellen Wilson, una niña de ocho años de edad nacida en la ciudad de Nueva York en 1866, era golpeada continuamente, herida con tijeras, atada a la cama, presentaba síntomas de desnutrición severos y otras señales de maltrato físico y negligencia. Una trabajadora social intentó defenderla, acudiendo a todos los niveles oficiales, pero ante la inexistencia de leyes que recogieran específicamente el maltrato de los niños por sus padres o cuidadores, se rehusaron a emprender cualquier tipo de acción o proporcionar ayuda.
La defensa de la niña en su desesperación, se dirigió a la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales. Dado que los animales se encontraban legalmente protegidos del tipo de violencia al que Mary Ellen se encontraba sometida y puesto que la niña era parte del reino animal, debía ser posible que esta organización de protección a los animales interviniera ante los tribunales en defensa de la menor. El argumento que se empleó en el proceso judicial era que Mary Ellen merecía, al menos, tanta protección como un perro.
Sin embargo, no es hasta la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño en 1989, donde por vez primera se recoge, en su artículo 19, el derecho de los menores a no ser maltratados. El maltrato infantil sigue siendo una asignatura que nuestra sociedad le adeuda a la niñez.
Mejor me voy con la música a otra parte, con la canción “Mi niñez”, del imprescindible Joan Manuel Serrat: Crucé por la niñez imitando a mi hermano. /Descerrajando el viento y apedreando el sol…
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