50 Años de la Revolución Cubana




Teresa Carreón

Apologías y farsas desde hace 50 años surgen día con día en torno a la revolución cubana que ha tenido que sobrevivir el bloqueo económico de Estados Unidos, la caída del bloque comunista y la sucesión de su líder, Fidel Castro.

A diferencia de los festejos de la revolución mexicana que en 2010 celebrará 100 años, el régimen cubano prepara una conmemoración sencilla en Santiago de Cuba, foco de esa insurrección.

“Estamos preparados para resistir otro medio siglo”, dijo Raúl Castro, de 77 años, presidente desde febrero y a quien Fidel delegó temporalmente el mando al aceptar públicamente su enfermedad en julio de 2006.

El medio siglo de vida se conmemorará en el mismo mes en que Barack Obama tomará el cargo formalmente de presidente de Estados Unidos, y quien ha manifestado su intención de diálogo con las autoridades de la isla caribeña.

De los 11 millones de cubanos que viven en la isla, el 70% nació bajo la revolución cubana y ha tenido que resistir la invasión de Bahía de Cochinos (1961), la crisis de los misiles (1962), el embargo norteamericano que 10 diferentes presidentes estadounidenses han mantenido férreamente, así como las penurias por la desaparición de la Unión Soviética.

Para decepción de unos y tranquilidad de otros, Cuba se mantiene como último bastión comunista de Occidente, exhibiendo logros en el campo social y fallas en el plano económico y de libertades civiles.

Sus múltiples detractores señalan que las principales características del sistema cubano son el autoritarismo, exportación del comunismo, educación ideologizada, intransigencia con el pensamiento diferente, censura, falta de libertad de prensa y de elecciones democráticas -el único partido legalmente reconocido es el Comunista-, e inflexibilidad con la oposición. En cinco décadas más de 1,5 millones de cubanos abandonaron la isla por motivos políticos y económicos.

Aunque cuentan con subsidios y servicios gratis, la gente se ve en apuros con salarios de 17 dólares, lo que hace que la vida sea modesta, pero igualitaria.



La revolución que fue declarada socialista en 1961, puso fin a los crímenes de la dictadura de Batista, nacionalizó propiedades, realizó una profunda reforma agraria, llevó salud a todos los rincones de la isla y erradicó el analfabetismo, que en 1959 abarcaba al 40% de la población.

Hoy Cuba cuenta con índices de salud de primer mundo, mortalidad infantil de 5,3 por 1.000 nacidos vivos -igual a la de Canadá e inferior a la de Estados Unidos-, esperanza de vida de 77 años, hallazgos científicos, títulos mundiales en deporte y enorme cultura.

El Gobierno ha anunciado “cambios, poco a poco, dentro del socialismo”, al advertir los problemas que enfrenta debidos a la insuficiencia salarial, la ineficiencia productiva, la burocracia, las brechas sociales y la corrupción.

Frente al reto de garantizar su continuidad traspasando el mando a los líderes jóvenes de los históricos y que no desate pugnas internas, camaradas y contrarios creen que, aunque Fidel Castro se encuentre retirado y sin salir en público desde hace dos años y medio, ejerce su aún poderosa influencia en la marcha o parálisis de los cambios, como celoso guardián de una revolución que, ha dejado su huella en el siglo XX.

Para celebrar ese medio siglo de la revolución cubana, yo me voy con la música a otra parte con la canción “Pequeña serenata diurna” de Silvio Rodríguez: Vivo en un país libre /cual solamente puede ser libre /en esta tierra, en este instante /y soy feliz porque soy gigante. /Amo a una mujer clara /que amo y me ama /sin pedir nada /o casi nada, /que no es lo mismo /pero es igual. /Y si esto fuera poco, /tengo mis cantos /que poco a poco /muelo y rehago /habitando el tiempo, /como le cuadra /a un hombre despierto. /Soy feliz, /soy un hombre feliz, /y quiero que me perdonen /por este día /los muertos de mi felicidad.

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