UN ALIENTO PARA LOS BRACEROS


Con la música a otra parte


UN ALIENTO PARA LOS BRACEROS

Teresa Carreón Granados

De un tiempo a la fecha se ha escuchado la palabra braceros en boca de legisladores, coyotes, gobernadores, partidos políticos, actores, líderes sociales, luchadores, cantantes, hasta cineastas. Pero vale la pena preguntarnos qué significa ser bracero y quienes realmente ostentan ese adjetivo.
“Ustedes están aquí porque necesitamos su ayuda para el cultivo y la recolección de las cosechas en las granjas de los Estados Unidos de América. Cuando nuestros agricultores no pueden encontrar el número suficiente de trabajadores en este país, pueden contratar a trabajadores agrícolas de México. Pueden hacer esto porque los Gobiernos de los Estados Unidos y México han firmado un convenio que permite que ciudadanos mexicanos vengan a los Estados Unidos para trabajar en la agricultura por temporadas cortas cuando no hay trabajadores locales suficientes. En caso de que llegue a haber trabajadores locales disponibles, entonces estos tendrán derecho a solicitar los trabajos que estén desempeñando trabajadores extranjeros”.
Así explicaba el Secretario del Trabajo de los Estados Unidos, en el Mensaje que era entregado en un folleto a los verdaderos braceros al momento de ingresar a los Estados Unidos de América para trabajar. Y es que entre los años de 1942 a 1964 tuvo vigencia el convenio que firmaron los presidentes Manuel Ávila Camacho y Franklin Roosevelt para satisfacer la necesidad de brazos para trabajar los campos agrícolas norteamericanos durante la segunda guerra mundial.

La contienda mundial le dio el pretexto al gobierno norteamericano para solicitarle a México su magnífica mano de obra, entonces sí interesó a ese gobierno llevar a cabo un tratado binacional para resolver la falta de la mano de obra en el campo.

Se han referido diferentes cantidades, pero en términos generales se puede afirmar que fueron cinco millones de mexicanos (Wayne Cornelius, Bustamante 1975, Briggs 1974) que atravesaron la frontera mexicana del norte. Fueron transportados en camiones y en trenes hasta los diferentes sitios de enganche y reclutamiento donde los bañaban y se desinfectaban como ganado para posteriormente, ser entregados a sus respectivos patrones y después ser llevados a las diferentes regiones agrícolas de los Estados Unidos.

Algunos de ellos llegaron a participar en la contienda bélica, pero no se sabe de su regreso. Otros, narran vehementemente cómo fueron solicitados por la industria fílmica de ese país a sus patrones para rellenar el cuadro como extras sin recibir pago alguno por esa tarea.

El Programa Bracero, establecía la obligación de los patrones de proporcionar a los mexicanos alojamiento adecuado y alimentación a bajo costo. En la mayoría de los casos ocurrió lo contrario. También se estipulaba que el salario no podía ser inferior al que se pagaba en condiciones normales por esas tareas. En muchos casos les pagaban hasta menos de la mitad que a los locales. Asimismo, se estipulaba en cada contrato de trabajo que “la Agencia de los Estados Unidos respectiva, tendrá la responsabilidad de la guarda de las cantidades con que contribuirán los trabajadores mexicanos para la formación de su Fondo de Ahorro Campesino”, mismo que posteriormente sería transferido al Banco de Crédito Agrícola de México, entidad gubernamental responsable del depósito, guarda y aplicación o en su defecto devolución de dichas cantidades.

Así las cosas, con el paso de los años dicho convenio perdió vigencia y se obligó a los mexicanos que se encontraban trabajando en el vecino país a regresarse a su lugar de origen y unos años después, el banco estadounidense West Fargo (entidad responsable de reunir todos los ahorros de los verdaderos braceros) entregó dichos fondos al gobierno mexicano…

Hasta ahí se encuentra lo que se puede documentar. Pero podemos recordar que desde el año 2000 muchos braceros han realizado distintas acciones con la finalidad de recuperar sus ahorros y facilitar la memoria de las autoridades mexicanas que, desde que fueron entregados dichos fondos a las arcas mexicanas, muchas conciencias perdieron la memoria y de dicho dinero no se acuerdan nada más que quienes lo produjeron.

Así, el ex presidente Fox decidió “compensar” a esos trabajadores entregándoles 38 mil pesos como apoyo y para ello, instauró un Fideicomiso que administraría un Fondo de Apoyo Social para ex Trabajadores Migratorios Mexicanos que el gobierno federal destinaría para tal fin y a la Secretaría de Gobernación, le correspondió integrar un padrón de braceros para hacer la entrega. Pero a la procesión se llamó con una campana sin badajo y no se inscribió la gran mayoría de braceros. Según ese padrón sólo podrán recibir su apoyo social menos de 47 mil personas que para estas fechas forman parte de ese grupo denominado adultos mayores o de la tercera edad.

Y todo porque la Ley que rige la administración de ese Fideicomiso pone énfasis en que el bracero que deba recibir ese apoyo tiene estar inscrito en ese ominoso padrón (integrado entre el 7 de abril y el 15 de octubre del año 2003), aunque tenga todos los documentos que comprueben su calidad de bracero.
Dicen que la justicia es ciega, pero en algunas ocasiones hace sus excepciones pues 28 braceros fueron amparados por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), la cual determinó el pasado 9 de mayo, que la Secretaría de Gobernación deberá incluir a todos los ex braceros, o bien sus hijos o cónyuges, que hayan trabajado legalmente en Estados Unidos de 1942 a 1964, en el padrón del fideicomiso que administra el Fondo Nacional de Apoyo Social para ex Trabajadores Migratorios.
Aun cuando la decisión beneficia exclusivamente a los 28 ex braceros, ésta abre la puerta para solventar las irregularidades que presenta dicho Fondo.
Pero, ¿dónde está el dinero enviado por Estados Unidos a México para su devolución a los braceros?. Nuevamente los mejores investigadores se encuentran entre los mismos braceros, ya que uno de ellos solicitó información a Banrural (ahora Financiera Rural, antes Banco Nacional de Crédito Agrícola) y ese banco se la negó, por lo que Pedro Grande Valencia se dirigió al IFAI.
Esa institución ya respondió y afirma que Banrural no tiene en su poder nueve cajas que contienen la documentación emitida por el banco West Fargo relacionada con los braceros de 1942 a 1964.
¿Qué tendrán que hacer los braceros de 67, 73, 81 o 92 años? Y con esta pregunta no sólo se lanza la duda de recuperar sus ahorros, sino la posibilidad de recuperar un pedazo de certidumbre con respecto al rumbo que tomaron sus ahorros.

Por eso, conozcamos la historia contada por uno de ellos y llevemos la música a otra parte: Fui Bracero del Cincuenta por Esteban Fabela: Fui Bracero del cincuenta /Con una grande ilusión, / Por el bien de mi familia /Me fui a la contratación. / En líneas de cuatro en fondo / Por llegar al corralón, /Ahí estaban contratando /Agentes de inmigración. /Después de una larga espera /Tuvimos que soportar, /Fue muy dura la inspección /Que tuvimos que pasar. /Nos revisaban las manos /Para poder trabajar, /Y aquel que no tenía callos /No lo iban a contratar. /En los vagones del tren / Donde embarcaran el ganado,/ Entre miles de paisanos No llevan al otro lado. /Muchos dejaron sus tierras Se fueron al extranjero /Sus parcelas ya no daban Se enrolaban de Braceros. / Les encargo a mis paisanos Los que fueron de Braceros, /Que reclamen sus derechos Porque les deben dinero. /

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