WIKILEAKS Y LOS VERICUETOS DE LA INFORMÁTICA


Teresa Carreón

A propósito de la ciberguerra de Wikileaks Manuel Castells dice en su libro Comunicación y Poder, que “el poder reside en el control de la comunicación” y se demuestra por la nerviosa réplica de estados Unidos y otros gobiernos contra Wikileaks. Desafortunadamente, aún no se ha analizado el contenido de los secretos, ya que el debate se encuentra en el medio que ha servido de canal de difusión de los chismes revelados y que hasta ahora, ha escapado a los aparatos del poder.

Los afectados dicen falsedades como la de que la revelación de comunicaciones secretas podría dificultar las relaciones entre los estados, pero el punto central es el control de los gobiernos sobre sus propias filtraciones y la propagación por medios alternativos lejanos a sus presiones. Lo que está en juego no es la seguridad de los estados, ya que lo revelado no pone en riesgo la paz del mundo. El tema de mayor importancia de todo esto es el derecho del ciudadano a saber lo que hacen y piensan sus gobernantes.

Así, nos encontramos ante los nuevos escenarios de la libertad de información ofrecidos por internet.

El caso de WikiLeaks se parece a lo sucedido a la prima de una amiga en plena era de la informática, ya que por el comportamiento de abandono de su ahora ex marido, se metió a revisar su correo electrónico donde encontró los motivos por los cuales el esposo además de tratarla cada vez peor, no hablaba con ella, no estaba en la casa casi nunca y si lo hacía, parecía ausente por completo. Como dice Jorge Drexler, en su canción “La infidelidad de la era de la informática”: Y no hay contraseña, /Prudencia, ni pin, /Que aguante el embate /De un cracker celoso.

Al confrontarlo, el señor le discutió sobre su derecho a la privacidad y el delito cometido por ella al leer su correspondencia privada. Nunca quiso responder sobre el contenido. Ella defendía su derecho a conocer las razones del comportamiento errático de su entonces pareja. El hombre quería destruirla por vericuetos legaloides, con tal de no aceptar su culpa. Así es la infidelidad en la era de la informática.

Mejor me voy con la música a otra parte, cantando otra parte de la canción del genial uruguayo Drexler: Aquel mensaje que no debió haber leído /Aquel botón que no debió haber pulsado /Aquel consejo torpemente desoído /Aquel espacio, era un espacio privado. / Y aún creyendo saber en lo que se metía /Abrió una tarde aquella caja de pandora. /Y la obsesión /Desencripta lo críptico /Viola lo mágico /Vence a la máquina; /Y tarde o temprano /Nada es secreto /En los vericuetos /De la informática…


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