ODIO EL SILENCIO
Teresa Carreón
La semana pasada vi un programa que me dejó aterrada no nada más por el contenido, ya de por sí, delicado, sino por sus implicaciones. El programa trataba el tema de la personalidad múltiple, conocido popularmente como el síndrome Sybil, debido a la historia verdadera de Shirley Ardell Mason, quien llegó a representar quince personalidades distintas.
Con una producción de HBO y la dirección de Michael Mierendorf, a lo largo de una hora se presentan tres casos de personas que sufren la enfermedad en un nivel avanzado, así como el tratamiento que llevan para poder ubicar su vida en un nivel de "normalidad". Así, la cámara acompaña a estos pacientes en sus trabajos y terapias, pasando por varios cambios de personalidad, y una voz en off, describiendo cada uno de los sucesos.
Las personas que sufren frente a las cámaras son una mujer con una belleza marchita, Gretchen, divorciada, estudiante, de 34 años, cuyas personalidades la trasladan a los momentos de abuso y que una de ellas, le produce cortadas en los brazos de manera gravemente reiterada. Un momento especialmente desconcertante es ver a Gretchen observar sus propias sesiones terapéuticas grabadas, y desconectarse mentalmente, justo como lo hacen los niños durante los episodios de abuso.
El segundo caso es el de Juan, un policía que cambia de personalidad de acuerdo a su actividad policial. Una personalidad maneja bien en las persecuciones, otra es mejor en las tareas detectivescas o de rastreo. A pesar de esto, su supervisor afirma que es estable como el cemento y le inspira completa confianza. Sin embargo, al entrevistarlo en su casa, su actitud vigilante se transforma para asumirse como un niño de 9 años que sólo quiere jugar con su perro. La reconstrucción de su historia de abuso sexual y violencia son tristemente desgarradoras.
Bárbara, el tercer caso presentado, es un ama de casa cuyas diferentes personalidades la llevan a transformarse en una niña de 5 años mientras camina por el pasillo de los cereales en el supermercado, sucediendo ante la mirada de su familia. Después ya en casa, se transforma en una mujer que olvida por completo el clan familiar y que pasa lejos de ellos durante días.
Con la intención de generar una actitud comprensiva hacia aquéllos que sufren este tipo de desórdenes, los tres pacientes autorizaron la realización del documental, que no los presenta como misteriosos o peligrosos, sino como víctimas de una niñez perdida, en la que el abuso sexual y físico sufrido durante la infancia, ha creado un monstruo encerrado en las tres víctimas.
Por otro lado, el Doctor Juan Romeu i Bes, especialista en Neurología y Psiquiatría de la Clínica Quirón de Barcelona, explica que la pederastia supone la existencia de actividades sexuales con niños y niñas prepúberes (generalmente de 13 o menos años de edad). No se trata de una perversión moderna. En la Grecia clásica era frecuente el contacto homosexual de varones con prepúberes. En el imperio romano, los hijos de los esclavos podían ser destinados al uso pederástico.
Los pederastas suelen "especializarse", pues les gustan niños o niñas de determinadas franjas de edad. También las actividades de los pederastas son variables: los hay que se limitan a desnudar a sus víctimas y acariciarlas. Otros, efectúan actos de sexo oral, anal o vaginal, bien como agentes bien como receptores.
No es extraño que los pederastas descubiertos o denunciados, busquen excusas acerca de sus intenciones. Pueden explicar que sus acciones tenían "valor educativo", "moralizante" o que las caricias, casuales, estaban hechas "sin malicia". Tampoco es raro que se escuden en que el niño es "sexualmente provocativo", y que "uno no es de piedra".
Es relativamente frecuente que los pederastas victimicen a niños y niñas de su familia, ahijados o vecinos. También lo es ver casos de preceptores con sus alumnos, especialmente en internados. Muchos de ellos amenazan a sus víctimas con la finalidad de que callen. La amenaza más sutil, y, al mismo tiempo más cruel, es hacer creer al menor que él también es culpable, o que nadie le va a creer si el asunto se sabe. Especialmente dolorosos son los casos en que el adulto abusa de su condición o de su profesión: padres con sus hijos o hijas, educadores con sus alumnos, entrenadores deportivos con sus jóvenes pupilos…
Aprovechando los avances tecnológicos, han desarrollado mejores técnicas: a través de Internet se accede a material pornográfico pedofílico, e incluso se intercambia o comercia con niños. También es posible contactar con agencias que permiten adoptar niños del tercer mundo, a cambio de dinero y sin hacer demasiadas preguntas.
La pedofilia parece un trastorno típico de varones, ya que un 90 % de abusos sexuales son cometidos por hombres. Muchos pederastas son incapaces de mantener relaciones sexuales con personas adultas. Se ha observado también que muchos de ellos creen, de forma sincera aunque errada, que "es correcto mantener relaciones sexuales con un niño si él está de acuerdo".
Por otra parte, el Doctor argentino Juan Carlos Romi, explica en su ensayo "Las parafilias: importancia médico – legal" que los individuos que presentan conductas de atracción sexual hacia los niños, tienden a no considerarse a sí mismos como perturbados sexuales.
Con todos estos argumentos nos preguntamos hasta cuándo se resolverán los casos de violación infantil en México, como el caso de la señora Leticia Valdéz Martell, que ha denunciado en todos los foros posibles la violación de su hijo en el Instituto San Felipe de la ciudad de Oaxaca, mientras que los culpables no sólo no han sido encarcelados, sino que son custodiados y protegidos por el vergonzoso gobierno oaxaqueño. Al mismo tiempo, el "gober precioso" de Puebla sale huyendo ante los gritos "pederasta, pederasta" emitidos por un grupo de activistas apoyadores de la periodista Lydia Cacho.
Esta semana, la música que me lleva a otra parte es del grupo Bacilos denominada "Odio el silencio": Oigo tu voz/en el silencio/cuando estoy solo/te siento llegar/Vienes aun/entre las sombras/Odio el silencio/Odio el miedo a pensar/Si pudieras escuchar/lo que dice tu voz/si pudieras conocer/a quién dejaste en mi corazón/marcas de rencor/En el silencio/ escucho tu voz/cuando estoy solo/te siento regresar/En el silencio/escucho tu voz/cuando estoy solo/cuando todos se van…
La semana pasada vi un programa que me dejó aterrada no nada más por el contenido, ya de por sí, delicado, sino por sus implicaciones. El programa trataba el tema de la personalidad múltiple, conocido popularmente como el síndrome Sybil, debido a la historia verdadera de Shirley Ardell Mason, quien llegó a representar quince personalidades distintas.
Con una producción de HBO y la dirección de Michael Mierendorf, a lo largo de una hora se presentan tres casos de personas que sufren la enfermedad en un nivel avanzado, así como el tratamiento que llevan para poder ubicar su vida en un nivel de "normalidad". Así, la cámara acompaña a estos pacientes en sus trabajos y terapias, pasando por varios cambios de personalidad, y una voz en off, describiendo cada uno de los sucesos.
Las personas que sufren frente a las cámaras son una mujer con una belleza marchita, Gretchen, divorciada, estudiante, de 34 años, cuyas personalidades la trasladan a los momentos de abuso y que una de ellas, le produce cortadas en los brazos de manera gravemente reiterada. Un momento especialmente desconcertante es ver a Gretchen observar sus propias sesiones terapéuticas grabadas, y desconectarse mentalmente, justo como lo hacen los niños durante los episodios de abuso.
El segundo caso es el de Juan, un policía que cambia de personalidad de acuerdo a su actividad policial. Una personalidad maneja bien en las persecuciones, otra es mejor en las tareas detectivescas o de rastreo. A pesar de esto, su supervisor afirma que es estable como el cemento y le inspira completa confianza. Sin embargo, al entrevistarlo en su casa, su actitud vigilante se transforma para asumirse como un niño de 9 años que sólo quiere jugar con su perro. La reconstrucción de su historia de abuso sexual y violencia son tristemente desgarradoras.
Bárbara, el tercer caso presentado, es un ama de casa cuyas diferentes personalidades la llevan a transformarse en una niña de 5 años mientras camina por el pasillo de los cereales en el supermercado, sucediendo ante la mirada de su familia. Después ya en casa, se transforma en una mujer que olvida por completo el clan familiar y que pasa lejos de ellos durante días.
Con la intención de generar una actitud comprensiva hacia aquéllos que sufren este tipo de desórdenes, los tres pacientes autorizaron la realización del documental, que no los presenta como misteriosos o peligrosos, sino como víctimas de una niñez perdida, en la que el abuso sexual y físico sufrido durante la infancia, ha creado un monstruo encerrado en las tres víctimas.
Por otro lado, el Doctor Juan Romeu i Bes, especialista en Neurología y Psiquiatría de la Clínica Quirón de Barcelona, explica que la pederastia supone la existencia de actividades sexuales con niños y niñas prepúberes (generalmente de 13 o menos años de edad). No se trata de una perversión moderna. En la Grecia clásica era frecuente el contacto homosexual de varones con prepúberes. En el imperio romano, los hijos de los esclavos podían ser destinados al uso pederástico.
Los pederastas suelen "especializarse", pues les gustan niños o niñas de determinadas franjas de edad. También las actividades de los pederastas son variables: los hay que se limitan a desnudar a sus víctimas y acariciarlas. Otros, efectúan actos de sexo oral, anal o vaginal, bien como agentes bien como receptores.
No es extraño que los pederastas descubiertos o denunciados, busquen excusas acerca de sus intenciones. Pueden explicar que sus acciones tenían "valor educativo", "moralizante" o que las caricias, casuales, estaban hechas "sin malicia". Tampoco es raro que se escuden en que el niño es "sexualmente provocativo", y que "uno no es de piedra".
Es relativamente frecuente que los pederastas victimicen a niños y niñas de su familia, ahijados o vecinos. También lo es ver casos de preceptores con sus alumnos, especialmente en internados. Muchos de ellos amenazan a sus víctimas con la finalidad de que callen. La amenaza más sutil, y, al mismo tiempo más cruel, es hacer creer al menor que él también es culpable, o que nadie le va a creer si el asunto se sabe. Especialmente dolorosos son los casos en que el adulto abusa de su condición o de su profesión: padres con sus hijos o hijas, educadores con sus alumnos, entrenadores deportivos con sus jóvenes pupilos…
Aprovechando los avances tecnológicos, han desarrollado mejores técnicas: a través de Internet se accede a material pornográfico pedofílico, e incluso se intercambia o comercia con niños. También es posible contactar con agencias que permiten adoptar niños del tercer mundo, a cambio de dinero y sin hacer demasiadas preguntas.
La pedofilia parece un trastorno típico de varones, ya que un 90 % de abusos sexuales son cometidos por hombres. Muchos pederastas son incapaces de mantener relaciones sexuales con personas adultas. Se ha observado también que muchos de ellos creen, de forma sincera aunque errada, que "es correcto mantener relaciones sexuales con un niño si él está de acuerdo".
Por otra parte, el Doctor argentino Juan Carlos Romi, explica en su ensayo "Las parafilias: importancia médico – legal" que los individuos que presentan conductas de atracción sexual hacia los niños, tienden a no considerarse a sí mismos como perturbados sexuales.
Con todos estos argumentos nos preguntamos hasta cuándo se resolverán los casos de violación infantil en México, como el caso de la señora Leticia Valdéz Martell, que ha denunciado en todos los foros posibles la violación de su hijo en el Instituto San Felipe de la ciudad de Oaxaca, mientras que los culpables no sólo no han sido encarcelados, sino que son custodiados y protegidos por el vergonzoso gobierno oaxaqueño. Al mismo tiempo, el "gober precioso" de Puebla sale huyendo ante los gritos "pederasta, pederasta" emitidos por un grupo de activistas apoyadores de la periodista Lydia Cacho.
Esta semana, la música que me lleva a otra parte es del grupo Bacilos denominada "Odio el silencio": Oigo tu voz/en el silencio/cuando estoy solo/te siento llegar/Vienes aun/entre las sombras/Odio el silencio/Odio el miedo a pensar/Si pudieras escuchar/lo que dice tu voz/si pudieras conocer/a quién dejaste en mi corazón/marcas de rencor/En el silencio/ escucho tu voz/cuando estoy solo/te siento regresar/En el silencio/escucho tu voz/cuando estoy solo/cuando todos se van…
Comentarios
me encantaría saber ¿dónde puedo encontrar este programa que dices?
estoy navegando para encontrarlo pero sólo lo he encontrado en inglés y sin subtitulos!!!
me interesa mucho el tema!
gracias!
Resulta que el programa en mención lo vi en la TV. Yo recomendaría escribir a HBO preguntando por los videos y la posibilidad de conseguirlos...
Aprecio tu interés.
TCG