GUÍA PARA (MANTENERSE) PERPLEJOS

Teresa Carreón

Maimónides, médico cordobés, escribió “Guía de perplejos” para quienes encontrándose desconcertados, inciertos, confusos, en una palabra, perplejos ante una encrucijada que les oprime el ánimo, precisan de una guía capaz de orientarlos hacia el camino de la certidumbre.

Por los acontecimientos ocurridos no sólo en nuestro país, sino en todo el mundo, requeriríamos una nueva guía que nos ofrezca alguna luz para soportar mejor la adversidad.

En España se ha acuñado una nueva palabra que sirve para clasificar a quienes, a pesar de contar con una carrera profesional, intentan vivir con un ingreso mensual de entre 600 a mil euros, por lo que, ahora se autonombran “mileuristas”. Se enfrentan a problemas de vivienda, pero mantienen una sempiterna fidelidad a la cátedra nocturna que imparten los programas de la televisión.

Al ocurrir una huelga de camioneros que afectaba a buena parte de la población española, apareció un volante fotocopiado en las calles madrileñas donde la mayor parte de los edificios tienen departamentos de alquiler, habitados en su mayoría por inmigrantes y jóvenes con ingresos justos.

Aquí algunos párrafos: “Querido ser humano: soy mileurista y no me gusta esta huelga. Yo no quiero huelgas de personas que sólo piensan en que les saquen las castañas del fuego sin más vistas en el futuro. Personas que sólo lanzan insultos a los gobernantes para que les den más dinero. Para que todo siga igual durante unos años más. Personas que ponen como excusa a sus hijos cuando en realidad están condenándolos a que en el futuro tengan que berrear como ellos o decidir no tener hijos. Personas que son incapaces de pararse a pensar que el futuro no es que les subvencionen ahora los combustibles, sino destinar ese dinero a potenciar otros combustibles que se puedan mantener sin presiones externas. Y mientras estas personas se quejan, las grandes empresas energéticas se están ya preparando para ofrecernos en el futuro esas otras energías que tendremos que utilizar para que se las tengamos que pagar al precio que ellos nos digan Revolucionarios de pacotilla. Nadie quería ser mileurista y ahora serlo es casi un lujo, pero nunca se cuenta a qué hemos tenido que renunciar los mileuristas. A nadie le interesa. (...)La revolución que nos ofrecen los revolucionarios tristes consiste en unos pocos años más de pringados y un futuro de mierda. Aún más esclavos de lo que ya somos. Tenemos que volver a inventarlo todo. Así que empecemos de una vez. Nada de parar. A seguir. Y si vamos a parar el país, que sea para pedir algo que sí sirva para algo. De que no tengamos que depender del petróleo (para empezar). De que podamos autoabastecernos (…) Que los productores agrícolas puedan alimentarnos: carne y leche y huevos y vegetales (…) Que la industria del transporte se adapte a los nuevos combustibles. Hagamos pequeñas huertas en los tejados de las casas, jardines verticales en las paredes norte de los edificios. Rehabilitemos edificios, en lugar de construirlos nuevos. Explotemos nuestro sol y nuestro viento. Nuestras basuras. Y tantas cosas que se podrían hacer y que ni siquiera imaginamos y que seguro que alguien ya las ha pensado y que nadie le ha hecho caso. Exijamos derechos laborales para que nadie tenga que plantearse trabajar 65 horas, para que los padres puedan educar a sus hijos, para que todos trabajemos menos y podamos divertirnos más (…) Esto que tenemos ahora es el mundo de mierda que nos han inventado y que algunos, muchos inconscientemente, se empeñan en perpetuar por los siglos de los siglos, porque nadie quiere cambiar, nadie quiere pasarlo mal un rato, tan cómoda que se ve la vida en los anuncios de la tele. Y eso de la tele no es publicidad: en realidad es propaganda (...) Imaginemos una idea mejor para todos. No para hinchar la lucha particular y ser el más listo del barrio. Seamos solidarios de verdad. Y pidamos entre todos la ayuda para sacar adelante esas ideas. Pidámosela a quienes también quieren re evolucionar, no a quienes nos las quieran comprar con caramelos para convertirse en los nuevos enriquecidos…”

Ortega y Gasset afirmó que "la vida es perplejidad". Y cómo no estarlo si cuando viene de visita uno de los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos, John McCain, se le recibe como si ya fuera el presidente electo, y al despedirse, éste declara que con relación a los asuntos migratorios, primero es construir más muros y luego llevar a cabo la reforma migratoria.

La incertidumbre nos atrapa cuando escuchamos a la señora Leticia Valdéz Martell, denunciar en todos los foros posibles el caso de su hijo violado en el Instituto San Felipe de la ciudad de Oaxaca, y saber que los culpables no sólo no han sido encarcelados, sino que son custodiados y protegidos por el vergonzoso gobierno oaxaqueño. La perplejidad nos agobia al ver al “gober precioso” de Puebla salir huyendo ante los gritos “pederasta, pederasta” emitidos por un grupo de activistas que apoyan a la periodista Lydia Cacho.

La perplejidad nos posee al saber que Wal-Mart retira de sus tiendas en Estados Unidos las historietas de Memín Pinguín por considerarlas racistas. Como la más reciente se titulaba “Memín para presidente”, Barack Obama estará como nosotros, confuso, ante el acontecimiento…

La lista podría ser muy larga, pero confío más en usted, amable lector, para que comparta su lista personal de acontecimientos que lo llevan a un estado de perplejidad, y con ello, poder integrar este inesperado manual.

El cantante inglés Sting, con su canción “Fragilidad” brinda la música que me lleva a otra parte: Mañana ya la sangre no estará/Al caer la lluvia se la llevará/Acero y piel combinación tan cruel/Pero algo en nuestras mentes quedará/Un acto así terminará/Con una vida y nada más/ Nada se logra con violencia/Ni se logrará/Aquellos que han nacido en un mundo así/No olviden su fragilidad/ Lloras tu y lloro yo/Y el cielo también, y el cielo también/Lloras tu y lloro yo/Qué fragilidad, qué fragilidad

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