LA FELIZ DOLCE VITA

Teresa Carreón

El clásico filme de Federico Fellini La Dolce Vita está por cumplir medio siglo y Rimini, ciudad natal del director, hará uso de todos los recursos posibles para darle un agasajo internacional de dos años, al puro estilo del cineasta. La película, concebida en 1958, filmada en 1959 y estrenada a principios de la década de los 60, hizo más famoso al hombre a quien le gustaba decir “¿Por qué usar dos palabras cuando alcanzan 10?”

El abrumador sentido de disparidad entre lo que la vida debería ser y lo que en realidad es, se ve representado por Mastroianni, quien interpreta al reportero Marcello, que lucha por encontrar sentido a su propia vida, mientras cubre la vida de la nobleza, los nuevos ricos, las estrellas y los parásitos de café, instalados sedentariamente en la Vía Veneto, acompañado de su inseparable compañero, un fotógrafo cuyo apellido es Paparazzo, palabra que describiría posteriormente en casi todos los diccionarios, al molesto fotógrafo acosador.

Aunque las criticas a menudo han comentado sobre los extravagantes trajes usados a lo largo de las películas de Fellini, pocos advirtieron que el origen detrás de La Dolce Vita fue un vestido en forma de saco que estaba de moda en esa época. En varias entrevistas, Fellini afirmó que la inspiración inicial de la película fue de hecho este estilo particular. Brunillo Rondi, co - escritor y colaborador eterno de Fellini, confirmó esta opinión explicando que “la moda de los vestidos en forma de saco de las mujeres, los cuales poseían ese sentido de mariposa lujuriosa por fuera y alrededor de un cuerpo que tal vez era físicamente hermoso pero no lo era moralmente, golpeó a Fellini porque presentaban a una mujer muy hermosa la cual podría, en cambio, ser un esqueleto de miseria y soledad por dentro”.

Fellini recorre, por medio de los personajes la decadencia, la incomunicación y el vacío existencial a lo largo de la película. “Bajo mi punto de vista, la decadencia es la condición indispensable para que se dé un renacimiento... Creo que este proceso de disolución es muy natural. No veo en él signo de la muerte de la civilización sino por el contrario, su vida. Pero habría que acelerar este proceso de disolución, aún demasiado lento. Es necesario volver a partir de cero”, aseveró el famoso director italiano.

Carlos Colón, en su libro “Fellini o lo fingido verdadero”, recoge lo siguiente acerca de la cincuentenaria película: “Con La dolce vita –ha dicho Brunello Rondi, uno de sus guionistas- hemos querido analizar, sin pretensiones de rigor científico, un aspecto global del decadentismo de nuestro tiempo. Hemos intentando demostrar cómo este decadentismo impregna la vida social, más inmersa en la crisis cuanto más corre hacia sus mitos de fiesta, de euforia, de bienestar, de publicidad, de exaltación colectiva; todo lo cual es lo contrario de un verdadero entusiasmo comunitario”.

Una joven anónima ha reflexionado en un blog de internet “¿Que qué le pido a la vida? No sabía que se le pudiera pedir algo. La verdad es que no deja de darme cosas que no quiero. Parece que me está dando lo que quiere otro. Parece una máquina expendedora de sueños con los botones mal configurados. Y además notas cómo una voz robótica de tono jocoso se traga parte de tu capacidad adquisitiva y te abofetea con un “Su sueño, gracias”.
¿Acaso la aspiración a tener una dolce vita ha dejado de tener vigencia? No. Como tampoco la película, que después de cincuenta años sigue dando motivo para fugarse de la realidad con la escena emblemática, en la que una actriz bellísima interpretada por Anita Ekberg, atrae a Marcello a una sensual zambullida de media noche en las frías aguas de la Fontana di Trevi, en Roma.

'Dolce vita' se ha vuelto una frase cotidiana de varios idiomas y ha servido para nombrar productos, tiendas, restaurantes, fraccionamientos, así como nuevos emprendimientos que promueven la imagen de una vida ajena a las amarguras de la crisis y el deterioro económico que actualmente apalean al mundo globalizado.
Simplemente genial y posiblemente es la película más compleja de Federico Fellini. Pero no sólo es una película excepcional, hay que tomar en cuenta que el sentimiento de Marcello, imprime la clara muestra del hombre moderno, su incapacidad por tomar el control de su vida cuando el placer es al mismo tiempo el látigo. Charles Bauldelire ofrece el mejor ejemplo de este tipo de discurso, ya que sugiere que la modernidad más que una emancipación es la muerte.

Al igual que La Dolce Vita, el género que define a Brasil y que lo colocó en el escenario musical del planeta también cumple medio siglo: el Bossa Nova. Brasil se prepara para celebrarlo en 2008 con fiestas, películas y obras teatrales. El Bossa Nova surgió en el tiempo en que Río de Janeiro se merecía el título de "Ciudad Maravillosa", las bandas de narcotraficantes todavía no controlaban las favelas, no había tiroteos diarios entre policías y delincuentes y no se multiplicaban las víctimas fatales de "balas perdidas".

Es curioso como en aquellos año de esplendor en Río de Janeiro, de economía boyante y de eclosión cosmopolita de la ciudad carioca, todas las canciones tenían un sedimento de tristeza donde se recreaban una y otra vez las letras y sus melodías. Una tristeza, una "saudade" (nostalgia), envuelta siempre en una dulzura que la transformaba en alegría serena. Tal es el sabor que deja la película La Dolce Vita…

A ritmo de bossa nova, yo me voy a otra parte con el estribillo de “A felicidade” del genial Tom Jobim: “tristeza não tem fim, felicidade sim”- La tristeza no tiene fin, pero la felicidad sí. /La felicidad es como una pluma que el viento lleva por el aire, /vuela tan ligera, pero su vida es breve, /necesita que haya viento sin parar".

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