AGUA Y LIBERTAD




Teresa Carreón
El país se encuentra convulsionado por el asunto del petróleo: el temor a que ese recurso tan preciado sea administrado por empresas privadas, va en aumento. Muy poco recordamos la realidad que viven millones de mexicanos, al no tener control y acceso a otro recurso más valioso aún: fuentes confiables de agua.

Unos 1,100 millones de personas -más de una sexta parte de la población mundial- carecen de acceso factible a ese recurso e, "incluso en lugares donde aparentemente hay agua suficiente, los pobres tienen dificultades para acceder a ella", denunció el Consejo para el Acceso al Agua y a Recursos Sanitarios (WSSCC).

Al considerar las estadísticas que afirman que más de 2,200 millones de habitantes de los países subdesarrollados, la mayoría niños, mueren todos los años de enfermedades asociadas con la falta de agua potable, saneamiento adecuado e higiene, uno se pregunta qué están esperando los gobiernos del mundo para empezar a trabajar a favor de la solución de este problema tan grande. Además, casi la mitad de los habitantes de los países en desarrollo sufren enfermedades provocadas, directa o indirectamente, por el consumo de agua o alimentos contaminados, o por los organismos causantes de enfermedades que se desarrollan en el agua.

Los gobiernos de todo el mundo -incluido de países desarrollados- están renunciando a su responsabilidad de protección de los recursos naturales para favorecer a las empresas, para según ellos, mejorar la provisión del servicio. El Banco Mundial juega un papel clave en ese asunto, al fomentar las privatizaciones y prestar dinero para las reformas en el sistema de agua, y fungir como juez en caso de conflicto entre los inversionistas y los Estados.

Mientras miles de pequeñas poblaciones no tienen acceso a la salubridad básica, grandes corporaciones venden agua pura embotellada. Entre 1970 y 2000, la venta del agua creció más de 80 veces. En 1970 se vendieron en el mundo mil millones de litros. En 2000, 84 mil millones. Las ganancias fueron de 2.2 mil millones de dólares. En el reporte anual de Coca-Cola FEMSA se revela que el mercado de agua natural embotellada es el segundo más grande en México. El embotellamiento del agua, es un negocio que supera en ganancias a la industria farmacéutica.

Existe una pugna entre quienes creen que el agua debe ser considerada una mercancía o bien comerciable (como el trigo y el café) y quienes expresan que es un bien social relacionado con el derecho a la vida. Independientemente de su contribución a la riqueza nacional, hay que recordar que en el norte del territorio nacional, el agua de lluvia que se capta por escurrimiento es únicamente el 4% mientras que en el sureste y las zonas costeras se logra captar el 50% del escurrimiento.

Hay científicos que afirman que en la mayoría de las regiones, el problema no es la falta de agua dulce potable sino, más bien, la mala gestión y distribución de los recursos hídricos y sus métodos. La suspicacia juega un papel muy importante en todo este asunto, porque no se descarta la posibilidad que la invasión efectuada por Estados Unidos a Irak, además de apoderarse del petróleo, haya querido controlar los recursos hídricos de los ríos Eufrates y Tigris, los cuales son los ríos más caudalosos en una de las zonas más áridas del planeta.

Y es que ante una situación de escasez del agua, la amenaza principal se cierne sobre tres aspectos fundamentales del bienestar humano: la producción de alimentos, la salud y la estabilidad política y social.

En los países en desarrollo, entre el 90 y el 95 por ciento de las aguas residuales y el 70 por ciento de los desechos industriales se vierten sin ningún tratamiento en aguas potables que consecuentemente contaminan el suministro del agua utilizable. Y, al menos en México, no se sabe de autoridad alguna que multe, sancione o haga algo para detener a los industriales que afectan no sólo la salud pública, sino el patrimonio de la humanidad.

La escasez de agua dulce es uno de los siete problemas ambientales fundamentales presentados en el Informe "Perspectivas del Medio Ambiente Mundial" del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Es más, en una encuesta realizada a 200 científicos lo señalaban, junto al cambio climático, como el principal problema del nuevo siglo.

Se puede decir que estamos alcanzando el límite de extraer agua dulce de la superficie terrestre, pero el consumo no deja de aumentar. Sin embargo, una gran amenaza la constituye el efecto que el cambio climático tendrá sobre el ciclo hidrológico y la disponibilidad de agua dulce. Básicamente se agravarán las condiciones de escasez de las zonas que ya son áridas (menos lluvias y mayor evaporación).

Tanto a nivel nacional como mundial, el agua dulce no está homogéneamente distribuida ni geográfica ni temporalmente. Por ello, se están ya produciendo muchos conflictos por el acceso al agua, sobretodo internacionales pero también, al interior de las naciones. Este es un problema que se está agravando muy rápidamente por lo que empezamos a asistir a verdaderas guerras del agua. Sin embargo, esta distribución desigual se utiliza a menudo como excusa para grandes presas y trasvases que ocultan motivaciones puramente económicas y una política hidráulica derrochadora.

Una de cada seis personas en el planeta carece de un acceso regular al agua potable. 2,400 millones de personas no disponen de servicios de saneamiento adecuados. Las enfermedades vinculadas con el agua provocan la muerte de un niño cada ocho segundos y son la causa del 80% del total de las enfermedades y muertes en el mundo en desarrollo, situación que resulta mucho más trágica si se tiene en cuenta que desde hace mucho tiempo sabemos que esas enfermedades se pueden prevenir fácilmente.

Etiopía es el país del mundo con peor acceso al agua potable: sólo el 24% de la población dispone de ella. Esta es una de las causas de la escasez de alimentos.Por su orografía, Etiopía podría exportar a otros países del noreste de África. El problema no es que no haya agua en Etiopía, ni las sequías recurrentes. Es la falta de recursos materiales y humanos adecuados para construir infraestructuras que hagan llegar agua potable a todos los etíopes y la falta de dinero para financiar estos proyectos. Se trata, en realidad, de un círculo vicioso. La pobreza económica del país demora el acceso al agua potable lo que, a su vez, retrasa el desarrollo económico.
Ante el neoliberalismo abominable, el agua como derecho está en riesgo; existe ya una mala distribución del recurso entre pobres y ricos, a la vista de los gobiernos y con la avidez de las empresas multinacionales que tendrían que tomar conciencia del problema.

En esta crisis, las más afectadas son las mujeres. De los 1.2 billones de personas que no tienen acceso al agua, más de la mitad son mujeres y niñas. Investigaciones realizadas bajo el auspicio de UNIFEM, han constatado que, “... en la mayoría de los países en desarrollo, las mujeres son las responsables de la gestión del agua a nivel doméstico y comunitario. Además se estimó que las mujeres y las niñas utilizan más de 8 horas diarias recorriendo de 10 a 15 Km., para trasladar entre 20 y 15 litros de agua por viaje”.

No me queda más que irme con la música a otra parte con la letra de la canción ‘Agua’ de Jarabe de Palo: “Pasión y ley, difícil mezcla,/ agua y sed, serio problema... /Cuando uno tiene sed / pero el agua no está cerca,/ cuando uno quiere beber /pero el agua no está cerca…”

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