INSTANTÁNEAS ETERNAS

Teresa Carreón


La memoria no ha sido el mejor receptáculo para guardar una imagen. El hombre, desde los tiempos más remotos, ha precisado crear algunas figuras mediante líneas con las que recrea su realidad, su miedos, sus acontecimientos más sobresalientes o esboza las formas de algún ser que ya no está ahí.

Cuando las imágenes logran cautivar al ojo que desea ser seducido por la luz, el movimiento y los colores, el ser humano ha modificado la materia con la intención de volver imperecederos esos momentos. Antes de inventarse la fotografía, las imágenes se capturaban a pincelazos y si la mano que las reflejaba en un taciturno lienzo lo hacía con maestría, las convertía en obras de arte.

Las fotografías forman parte del legado que recibirán nuestros hijos cuando nosotros desaparezcamos. Nostálgicamente recuerdo a mi padre deslizando entre las fotos familiares, alguna fotografía color ocre de un caníbal que, armado con una lanza y escudo, amenazaba salvajemente a los atónitos observadores, sorprendiendo de ese modo, a mis hermanos y a mí para contarnos después historias de nuestros bárbaros antepasados…

Por eso, como formando parte del disco duro de la memoria colectiva, los amantes de la fotografía –y los no tan amantes también-, guardamos diferentes instantáneas que se han quedado permanentemente en el gusto de la gente.

Así, la estampa del Che tomada por el cubano Alberto Korda una fría tarde cubana de marzo de 1960 -llamada formalmente “Guerrillero heroico”- en la que aparece su enigmático rostro portando una boina negra posando la mirada en alguna revolución que dejó pendiente, ha sido considerado una de las diez mejores representaciones fotográficas de todos los tiempos y constituye la fotografía más reproducida de la historia de la fotografía en todo el mundo. El mismo Korda, relató el momento en que el lente de su cámara advirtió el rostro del Che, parado en un segundo plano durante una manifestación masiva, describiendo el golpe producido por el hallazgo al identificar el rostro del dirigente con la sombra de una palmera sosegándose en la mitad del rostro del enigmático líder.

El 8 de junio de 1972, un avión norteamericano bombardeó con napalm la población vietnamita de Trang Bang. Con su ropa en llamas, la niña Kim Phuc de nueve años corrió fuera de la población ya que el napalm arde a unos 3000 grados centígrados, se pega en la piel y puede quemar hasta el hueso. Cuando el fotógrafo Nic Ut registró la famosa imagen -La niña de Vietnam-, las ropas de la infeliz niña ya habían sido consumidas, por lo que posteriormente la llevaría al hospital, en el que permaneció durante 14 meses, y fue sometida a 17 operaciones de injertos de piel. La fotografía describe la profundidad del sufrimiento, la desesperanza, el dolor ocasionado por el horror humano de la guerra, especialmente para los niños. Hoy en día, la otrora niña es una mujer residente en Canadá, está casada y tiene 2 hijos. Funge como embajadora para la UNESCO y preside la “Fundación Kim Phuc", dedicada a ayudar a los niños víctimas de la guerra.

Eddie Adams, fotógrafo de guerra, fue el autor de la instantánea “Ejecución en Saigon” que muestra el asesinato por medio de un disparo a quemarropa de un guerrillero del Vietcong, que tenía las manos atadas a la espalda, ocurrido el 1º. de febrero de 1968, por parte del jefe de policía de Saigon a sangre fría. Adams, al recibir el premio Pulitzer por esa fotografía, afirmó "el coronel asesinó al preso; yo asesiné al coronel con mi cámara".

“El hombre del tanque de Tian'anmen” conocido también como el Rebelde Desconocido, es el nombre que pertenece a la fotografía tomada por Jeff Widener, lograda en el momento en que un hombre cuya identidad es desconocida, se para en la avenida denominada paradójicamente "Gran Avenida de la Paz Eterna", deteniendo a una línea de tanques que se encaminaban a reprimir la revuelta de la Plaza de Tian'anmen en 1989 en la República Popular China. El solitario hombre se mantuvo de pie, frente a los tanques que iban disminuyendo la marcha. En respuesta, el tanque situado en cabeza de la columna intentó sortearlo; pero el hombre se interpuso repetidamente en su camino, demostrando una tenacidad y resistencia enormes.

En occidente, la imagen fue aclamada como símbolo del movimiento democrático chino. Dentro de China, la situación fue usada por el gobierno como símbolo del cuidado de los soldados del Ejército Popular de Liberación para proteger al pueblo chino. Siempre he pensado que ese valiente joven que arriesgó su vida oponiéndose a un escuadrón militar había ido a comprar el pan…

Una hermosa niña afgana de 12 años , fue fotografiada por Steve McCurry, en 1984 en un campamento de refugiados de Pakistán durante la guerra contra la invasión soviética. Su foto fue publicada en la revista National Geographic, llevando a su taciturno y bello rostro de cautivadores ojos verdes a la portada que se convirtió en una de las más famosas de la revista. La fotografía “La niña afgana” ha producido otro famoso retrato (aunque de resonancia menor) de la misma persona, aunque 17 años después. McCurry realizó una búsqueda de la joven hasta encontrarla casada, madre de tres hijos y viviendo la vida de una mujer tradicional pastún. Su rostro estaba completamente marchito por una atávica pobreza.

Omayra Sánchez estuvo 3 días atrapada en el fango, agua y restos de su propia casa, al hacer erupción el volcán Nevado del Ruiz, arrasando el pueblo de Armero en Colombia durante1985. La fotografía conocida como “La agonía de Omayra”, capturada por el fotógrafo Frank Fournier originó una controversia acerca de la indiferencia del Gobierno Colombiano con las víctimas del volcán. Esta fotografía me resulta muy impactante, ya que los ojos completamente oscuros de la niña moribunda, atorada en el fango, siguen culpando a quien la observa de ser cómplices silenciosos al atestiguar su agonía a través de las cámaras de televisión que transmitían su agonía al mundo.

Las páginas de Rumbo de México no alcanzarían para describir tantas fotografías que la guerra o las catástrofes han producido. Pero cómo dejar fuera la del líder de la bancada priísta Humberto Roque Villanueva quien en 1995 al aprobarse en el Congreso el aumento del IVA del 10 al 15 por ciento, realizara un movimiento de júbilo, jalando los brazos groseramente hacia su persona, creando un clásico nacional por haber instaurado la famosa “roqueseñal” convirtiéndose en su estigma.

Hace algunos meses en internet, encontré una fotografía de un niño que diligentemente leía un libro a un reposado elefante, que parecía escuchar subyugado la lectura del pequeño. Esa imagen se encuentra ahora como protector de la pantalla de mi computadora. Recientemente, he descubierto que el autor de esa y muchas otras imágenes que no se ocupan del sufrimiento humano, sino del vínculo de calma y quietud que puede haber no sólo entre los seres humanos y los animales, sino con la vida misma, es el fotógrafo canadiense Gregory Colbert, quien ha diseñado un espacio ecológico para exhibir su exposición “Ashes and Snow” en el zócalo de la ciudad de México, y será inaugurado el sábado 19 de enero, a la cual espero asistir.

En tanto, con la música a otra parte me voy coreando “El Álbum” de Los Aterciopelados que dice: “El álbum de mi cabeza/ solo con fotos tuyas se llena…”

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hermoso artículo. Vi las fotos con tu relato. Gracias.

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