DE HERMANOS Y SUEÑOS


Las informaciones que se encuentran en las redes sociales han ido variando con el tiempo. Es posible encontrar datos cultos, investigaciones científicas o noticias que abordan no nada más el acontecer cotidiano sino asuntos que tienen que ver con el más allá del espacio, del tiempo o la realidad.

Así, me encontré con una información que describía cómo facilitar el recuerdo de los sueños ocurridos durante esas horas que los humanos consagramos al descanso. La información, entre otras cosas, recomendaba tomar nota al momento de despertar de las imágenes que quedaran más frescas en la memoria para facilitar recordar parte de "la historia" que se pudo haber soñado. Al terminar de leer la nota, quedé convencida de que lo único cierto son lo evasivos que son los sueños. 

Los sueños son huraños, esquivos, díscolos, egoístas. No se muestran fácilmente. En ocasiones tan solo dejan ver los dientes. Y la impresión de haber gastado el boleto del diario viaje nocturno en un pésimo sueño es el amargo sabor de boca con el que despertamos, pero algo queda en nuestra conciencia que nos advierte que nos estamos perdiendo la mejor parte de la historia que "vivimos" durante ese sueño, pero que por alguna sospechosa razón, nosotros mismos la ocultamos al olvidarla tan rápidamente.

Continuo con los efectos de la lectura: justo hace dos días de escribir esto, tuve un sueño muy lúcido en el que la escena principal era un auditorio frente al cual yo estaba parada y se acababa de mencionar mi nombre y, por alguna razón que parecía lógica en el sueño (al despertar ya no tanto), un sentimiento de vergüenza me cubría por completo. Parece ser que ese evento era muy importante para mí, ya que al estar parada frente a los asistentes a ese misterioso evento, descubría la presencia de mis cuatro hermanos. Veía a Eric, volteaba a ver otro sitio y encontraba a Juan, en otra parte estaba Gustavo y al ver hacia la entrada de ese auditorio, advertía la presencia de mi hermana Elvira. Todos estaban ahí y al descubrir la familiar presencia, la emoción de vergüenza se transformó en calma, contento, felicidad. Eso fue todo lo que quedó en mi mente de un sueño que puedo asegurar, era mucho más extenso.

Al abrir los ojos, advertí que estaba abandonando con mucha nostalgia un hogar muy cálido y luminoso, porque la sola presencia de mis hermanos habían transformado la sensación de lucha contra la adversidad, al encuentro de las miradas que abrazan, que contienen, que se solidarizan, que acompañan, de voces que hablan suave y emiten palabras arropadoras, de escuchas cómplices y consecuentes, de sonrisas que comunican muchísimo afecto. 

Desperté y me quedó claro cuán importante es para mí la existencia de esos sujetos con quienes he crecido y envejecido; personas a quienes les debo enormes lecciones y corajes, juegos y llantos, risas y gritos, tres hombres y una mujer que estructuraron mayormente la visión del futuro que se ha convertido ya, en mi presente.







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