CARTAS DE NAVEGACIÓN - Buenos Aires, Argentina


Hoy es sábado 11 de junio, 2011.


Vamos camino a Iguazú porque el volcán chileno no ha dejado de emanar cenizas, que ya han llegado hasta la capital argentina. Ni modo, le decimos adiós a Bariloche, Calafate y Ushuaia, toda la zona patagónica.

Pero no se me sale Buenos Aires de los ojos por sus edificios altos con elevadores de películas de terror y muy antiguos, sus anchas avenidas en las que hay que correr para llegar a la otra orilla, en sus cuidados y frondosos parques que abundan en la capital gaucha, en la multiplicidad de cafecitos todos ellos tan diversos unos de otros, en lo "fashion" que se viste la gente, en particular las mujeres, en lo gordo de sus animales (loros, pájaros, perros y gatos), en la cantidad de estatuas que conmemoran alguna fecha o héroe y ubicados en inmejorables sitios para su disfrute y admiración, en la fuerza de sus aires- de ahí su nombre-, en las ganas que tienen de disfrutar del arte y la cultura, por ello la enorme gama de teatros y cines, que presentan obras extranjeras y propias, en los periódicos que tienen que proveen ideas a diferentes áreas de la ciencia o la técnica (vi periódicos y revistas de psicología, educación, construcción, derecho), en la gran cantidad de gente sin casa que vive en la calle, y como siempre, aquellos personajes que nunca faltan en las grandes capitales del mundo: personas con defectos físicos, adefesios humanos que llevan consigo su miserable vida y la muestran para obtener una moneda ante la indiferencia de la apurada gente que pasa a su lado volteando para no ver una fealdad que también es suya. 

Pienso también en todos esos jóvenes que vi sin una pierna o dos, o sin brazo, que van por la calle recordando la derrota de su nación ante el imperio británico. Recuerdo las campañas políticas, pues las próximas elecciones serán en julio y las presidenciales en octubre y hay mucho poder en juego -como siempre-.

Pienso en mi hermano y su esposa, que si no fuera por su generosidad, no sabría todo esto. Pienso en mis hijos, que deben conocer esta parte del mundo, que a veces las nuevas generaciones les cuesta identificar.

Pero hay una constante en mi pensamiento: lo que me trajo aquí, que partió mi corazón y perforó para siempre mi confianza, que afortunadamente su insistente presencia en mis pensamientos, se esta desdibujando...

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