Edgar Morin: "El siglo del conocimiento puede ser el siglo de la ceguera"




por Javier Castañeda - 25/10/2000


Desde una sencillez que le acompaña en cada paso, en cada gesto, en cada escrito, uno de los principales intelectuales de nuestro tiempo, el sociólogo francés Edgar Morin, "agrimensor del saber" que en su día fuera director de l' École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, compartía sus reflexiones sobre la Nueva Economía y la Nueva Sociedad en una conferencia de la Fundación Santillana, y en una charla para Baquía.
El profesor Morin, ha escrito más de 40 ensayos de distintas disciplinas, es investigador, sociólogo, filósofo, psicólogo, antropólogo, economista y entre otros cargos ha sido director emérito del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) de París. Pero sobre todo destaca por su enorme vitalidad, ya que con más de 80 años, desprende una juventud que amablemente, contagia por donde va.

Sobrevivir sin naufragar
La "sobreabundancia de información" es uno de los principales problemas que la Sociedad de la Información plantea. En referencia a esta patología, Morin comentó que la cuestión se centra en la escasa capacidad del ser humano para digerir y no acumular toda la información que esta sociedad pone hoy día a nuestro alcance. Este problema se podría superar aprendiendo a organizar la información a partir de núcleos básicos. Existen diseños nucleares que permiten hacer constelaciones de información que faciliten el acceso a la misma, pero esto es evidentemente un arte. Y aunque no es fácil, no es imposible.
Hasta ahora gestionar la información era cuestión tan sólo de la mente humana, pero hoy en día las computadoras lo pueden hacer. Pero para organizar toda esta información, se requieren instrucciones humanas, y aquí es donde el criterio del hombre puede intervenir. Todo esto es posible si la información se organiza de modo sistemático y en favor del individuo. Este paso es muy importante e influirá directamente en nuestras vidas. Se necesita la inspiración para conocer los puntos estratégicos del saber, pues si no es así de qué servirá tanta información si la mayoría de la gente no sabe acceder o no tiene acceso a ella?

Detener el reloj, parar el tiempo
Uno de los principales sueños de nuestra civilización es alargar las horas: no hay tiempo. Pero esto no afecta sólo al ámbito de la información, sino a muchos otros órdenes de la vida. Antes, si un aldeano iba al médico, éste tomaba dos horas para reconocer al paciente y sabía todo sobre su vida. Ahora un médico te explora en 5 minutos, si te duele la garganta te receta algo y listo. La aceleración se ha trasladado a todos los aspectos de nuestras vidas e impide apreciar las cosas como son. Hay que luchar por romper esa inercia, conseguir detenerse. Se supone que estamos en un estadio de cambio de civilización, que pasa por recuperar ese 'tiempo' que nos permita pensar y reflexionar.
Estamos ante una situación muy fea. Es un momento de transición que necesariamente conlleva ajustes. Pero hay que intentar que los ajustes sean lo más finos posibles, pues no sólo necesitamos información, necesitamos conocimiento. Hemos de intentar prepararnos para el mundo de mañana porque ya es el mundo de hoy. Buscamos el saber en los ordenadores, pero el saber está en el cerebro de las personas. Todo ello pasa necesariamente por la reflexión. Por intentar sacar tiempo para pensar.

Información-mercancía y consumo
En este sentido, el profesor Morin cree que es peor el modo de consumo que se hace de la información, que el relleno de los contenidos en sí mismo. Pero el hecho de asimilar bien tanta información, puede ser una cuestión personal, una opción. En la televisión francesa, por ejemplo, se programan emisiones científicas de alto interés por la noche, pero aunque a la gente le pueda interesar, los telespectadores están cansados y si eligen esta información, no se enteran de casi nada. Es decir, se hace un mal consumo de un buen contenido.
Es un problema puramente occidental, pues seguimos un camino basado tan sólo en la eficacia, en querer cada vez más, en adelantar, en ir más rápido. Es una gran competición, una carrera que no tiene fin. Se declara enemigo del cuantitativismo y dice preferir la calidad a cantidad. Pero la sociedad actual demanda la certeza de lo tangible y de lo cuantificable, pero no navegamos en un océano de certeza, sino en un océano de incertidumbre con archipiélagos de certeza.

Internet y universidad: la sociedad del conocimiento
La conexión existente entre Internet y las universidades es fundamental, no sólo por el enorme potencial de esta herramienta aplicada a las fuentes del saber, sino porque en ellas se debe enseñar a pensar y a usar la tecnología para lograr una auténtica Sociedad del Conocimiento.
La hiperespecialización que la Sociedad de la Información requiere se basa en el absoluto protagonismo de un solo aspecto de la realidad, en este caso la tecnología o la información, lo que puede tener importantes consecuencias humanas y sociales, ya que provoca que las infraestructuras ignoren el contexto social. El conocimiento sólo es pertinente cuando se es capaz de contextualizar la información, globalizarla y situarla en un conjunto. La universidad adquiere un papel relevante en este sentido.

Un mundo tecnológico: ¿regresión o cambio?
La técnica es un producto ambivalente de nuestra sociedad, ya que ha descargado a los hombres de muchas tareas confiándoselas a las máquinas, pero asimismo ha hecho que la sociedad sea esclava de la lógica cuantitativa de las máquinas. Uno de los principales riesgos de la economía mundializada, es que aún ignoramos si la elevación del nivel de vida que promete no va a comportar una propia degradación de la actual calidad de vida.
Vivimos en un mundo dominado por la lógica técnica, económica y científica, en el que existe la ilusión casi palpable de que tan sólo parece real aquello que es cuantificable. Desgraciadamente ni el amor, ni el sufrimiento, ni el placer, ni el entusiasmo, ni la poesía entran en la cuantificación.
Un desarrollo técnico, económico y científico como el actual es un fenómeno único en la historia, aunque no es la primera vez que se han producido situaciones críticas. Pero cuando un sistema se encuentra saturado por problemas que no puede resolver, caben dos soluciones: o se tiende a una regresión o se cambia el sistema.


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