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Con las manos lavadas

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Dicen que cada día que pasa es una batalla ganada. Que cualquier cosa puede ocurrir porque ninguna superficie que haya sido contaminada puede estar suficientemente limpia. La sola idea de no dejar higienizada alguna superficie que haya sido expuesta a la contaminación de cualquier virus, es perturbadora. Estos son los pensamientos que me aquejan  en los tiempos del coronavirus. Estuve a punto de escribir asterisco + coronavirus #Coronavirus. Y es que el tiempo para las personas que vivimos acostumbradas al uso de redes sociales,  transita más rápido por nuestra cotidianidad cuando revisamos los mensajes enviados por WhatsApp, o las fotos en Instagram, o  los videos y mensajes en Facebook o las notas y memes que se comparten en Twitter. Los memes, esa iconografía que representa chistes instantáneos y fugaces que se esparcen como los virus y a los cuales todos reaccionamos como si fueran el último cubre bocas de la farmacia y los queremos compartir para ganarle a cualquier co

¿Por qué escribo?

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Siempre he escrito. De forma mecánica, sin perseguir ningún objetivo, lo he hecho como si desprendiera gotas de sudor de mi cuerpo, sin conciencia alguna. He archivado esos escritos y al volver a ellos y leerlos me ha sorprendido lo mal redactados, llenos de palabras cargadas de egoísmo al no desarrollar las ideas de forma correcta y apropiadamente. Por ello, he destruido todo y con ello, he borrado sentimientos, ideas, posibles proyectos. El hábito de la lectura lo he tenido siempre pero en dos épocas de mi vida he sido más constante con lecturas seleccionadas por gusto: cuando era joven y en la época actual considerados los sesenta años como la tercera edad de la vida. Antes me interesaban las lecturas por las historias que podía conocer y los aprendizajes nuevos. Ahora me conmueven las frases bien hechas los párrafos divertidos llenos de reflexiones intensas, profundas, elaboradas con maestría. Subrayo las líneas que me hubiera gustado escribir para repasarlas, releerlas

DESMESURA

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Dijo que no. Y el Tiempo se quedó sin tiempo. Luego, la vida hizo una pausa y todo pareció recomponerse como esos acertijos infantiles en los que sólo falta una palabra, una palabra necesaria y rara. Pero dijo que no. Cerró los labios y escuchó el gorgoteo de las sílabas luchando por vivir a la intemperie. Dijo que no. Y el tiempo oyó el silencio. Luego, la vida hizo una pausa. Y todo fue distinto: el dolor fue más cauto, más sensato, la lujuria lloró en su madriguera. Y el tiempo inauguró sus máscaras: hubo un pequeño espanto en los rincones, temblaron los espejos agobiados defendiendo impotentes el azogue. Los pájaros callaron esa tarde y la luna brilló blanca y sin manchas. Ardió la noche como vieja tea con la absurda avaricia de la muerte, con su luto distante y pegajoso, y un rencor resabiado y carcomido descargó como lluvia en el desierto. Entonces, sólo entonces, oyó a su corazón ladrando y se volvió despacio a los espejos y los vio tiritar con mucho frío y pedir compasión

El regreso de Simone Weil

18 de agosto de 2001 HIGHLAND PARK, N.Jersey A comienzos de los años 60, Simone Weil fue un tema de moda fulgurante entre los intelectuales norteamericanos. Sus ideales de negación del cuerpo, sus devastadores gestos políticos y, en especial, el mayor de todos, el ayuno de solidaridad con los soldados franceses en el frente de la Segunda Guerra, que acabaría matándola de tuberculosis y de hambre, le confirieron un aura de martirio y santidad. Tenía 34 años cuando murió, en 1942, y había escrito unas dos mil páginas de ensayos, diarios y reflexiones sueltas tan perturbadoras como originales. Era fanática, arbitraria y lo bastante lúcida como para que muchos críticos hayan dudado de su salud mental. En 1963, Susan Sontag la canonizó en un ensayo célebre, publicado por The New York Times. Al año siguiente, T. S. Eliot elogió "su genio semejante al de los santos" y Graham Greene se sorprendió ante una obra "que excava en el abismo". La luz de Weil se eclipsó casi en

CADA QUIEN SU PAUSA

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En su sentido más amplio el término  pausa  refiere a aquella breve interrupción de un movimiento, proceso o acción que se estaba desplegando. La misma puede llevarse a cabo con el objetivo de descansar un momento porque se alcanzó un límite agotador, para luego de la misma retomar la actividad con más ímpetu. ( https://www.definicionabc.com/general/pausa.php ) . Hay pausas que son producto del cansancio. Otras, porque no se sabe qué hacer. En muchas ocasiones, las pausas obligan al detenido a buscar las alas que tanto le faltan. A veces, las pausas tan solo son el aviso de la muerte o la desaparición. Las pausas generalmente conllevan a alguna búsqueda. Dice la canción que se ha olvidado el camino de regreso, entonces, sobreviene una pausa corta, larga, mediana, intermedia, guerrera, pacífica, blanca, azul, nocturna, diurna, melancólica, estacional. Desconozco si las pausas engordan, tienen valor curricular o solo ayudan a regenerar la memoria, pero admito que las pausa

Joan Didion

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“I write entirely to find out what I’m thinking, what I’m looking at, what I see and what it means. What I want and what I fear.” │ Joan Didion (born December 5, 1934) is an American author best known for her novels and her literary journalism.